ANÍBAL BARCA: General y estratega cartaginés nacido en Cartago, hijo del fundador del Imperio Púnico en España, Amilcar Barca, fundador del imperio cartaginés en España y comandante de la primera guerra púnica contra los romanos.
Famoso por su genialidad, a los
nueve años fue llevado por el padre para España y, según la leyenda, aprendió y
juró odio eterno a los romanos. Asumió el comando del ejército (221 a. C.) y se
hizo jefe supremo de las tropas de Cartago, después del asesinato del padre y
del cuñado Asdrúbal.
Se dedicó inicialmente a la consolidación del dominio
cartaginés en la península ibérica y para ese fin hizo varios viajes por el
imperio, en el transcurrir de las cuáles incorporó
tribus celtas e iberas que
vendrían a constituir la base de su ejército. Después de conquistar la
ciudad de Sagunto (219 a. C.), aliada a los romanos y dando inicio a la
segunda guerra
púnica, en España, organizó un gran ejército (cerca de cuarenta mil
hombres) con
infantería, caballeros y 37 elefantes y cruzó Alpes en dirección Roma.
Durante sus campañas en Italia, el
cónsul Públio Cornélio Escipión, el Africano, conquistó todos los territorios
españoles que estaban bajo control cartaginés. Aníbal atravesó el océano para defender
Cartago (203 a. C.), sin embargo fue definitivamente vencido por los ejércitos
de Roma comandados por Escipión, en la batalla de Zama. Roma exigió su rendición
(195 a. C.), y él buscó refugio en la corte de Antíoco, en Siria. Tres años
más tarde su protector fue derrotado por los romanos y se refugió en Bítinia,
en Asia Menor. Roma pidió su extradición (183 a. C.) y, para no ser arrestado por
los romanos, prefirió suicidarse tomando veneno.
Las técnicas de combate inventadas por el general cartaginês en las batallas que trabó contra los ejércitos romanos, fueron consagradas por la historia de los conflictos bélicos. El empleo de armamento pesado móvil y de movimientos envolventes en el escenario de operaciones forma parte del legado transmitido por aquel que fue tal vez el mayor genio militar de la antigüedad.
Las técnicas de combate inventadas por el general cartaginês en las batallas que trabó contra los ejércitos romanos, fueron consagradas por la historia de los conflictos bélicos. El empleo de armamento pesado móvil y de movimientos envolventes en el escenario de operaciones forma parte del legado transmitido por aquel que fue tal vez el mayor genio militar de la antigüedad.
CRÓNICA DE LA EXPEDICIÓN:
Cuando el general cartaginés Aníbal atravesó los Alpes al mando de un ejército
de 50.000 hombres, 8.000 caballos y 37 elefantes con el propósito de invadir
Roma hace 2.200 años, ni siquiera imaginó que la fama de su osadía perduraría
hasta la actualidad.
Tardaron 15 días en abrirse paso a lo largo de 212 km de terreno agreste y
cumbres nevadas, acosados por tribus hostiles y la proximidad del invierno. Que
hayan logrado avanzar unos 14 km por día ascendiendo a más de 2.750 m de altura
resulta una hazaña excepcional aun en nuestros días.
Pero
ésa sólo fue una parte de la marcha de 2 400 km y de cinco meses de duración que
el ejército de Aníbal había emprendido para invadir Roma durante la segunda
Guerra Púnica, entablada entre Roma y Cartago por la posesión de Sicilia. Roma
ya había eliminado a la flota cartaginesa, así que no temía una invasión por
mar; tampoco podía Aníbal seguir la fácil ruta por la Riviera francesa porque
estaba habitada por una colonia griega aliada de Roma en lo que hoy es Marsella.
Aníbal salió de su base en Cartagena, España, en mayo de 218 a.C. Inicio la
marcha con casi 60.000 hombres, pero unos 7.000 desertaron cuando
llegaron a los Pirineos.
El
primer obstáculo que encontraron fue el río Ródano. No se sabe con certeza por
dónde lo cruzó Aníbal, pero según el historiador griego Polibio, que escribió
hacia 150 a.C., pudo ser entre Fourques y Arles, Francia, donde el Ródano se
divide en dos y su cauce hasta el mar es lento y poco profundo.
Una
tribu gálica, los volcos, trató de impedirles el paso, así que Aníbal envió un
contingente de infantería al mando de su hermano Hannón a que atravesara el río
por otro punto y los ahuyentara. Cuando los primeros hombres de Aníbal lograron
cruzar en balsas el río, los volcos se encontraron de repente entre dos
fuegos, así que se dispersaron y huyeron.
La gran travesía. Aníbal hizo que
su ejército cruzara uno de los pasos más elevados de los Alpes, el Col de la
Traversette, para atacar a los romanos en el valle del Po, al final de una
marcha de cinco meses desde Cartagena, España: 20 000 hombres murieron a causa
del frío, los aludes y los ataques de tribus hostiles, pero los elefantes
sobrevivieron.
Para
hacer pasar los elefantes al otro lado del río, los soldados cartagineses
construyeron muelles de unos 60 m de largo y los cubrieron con tierra; en los
extremos de los muelles ataron grandes balsas también cubiertas con tierra para
que los animales no se asustaran. Primero hicieron subir a las hembras a las
balsas y después a los machos: algunos se asustaron y cayeron al agua, pero el
río no era profundo y pudieron salir de él caminando con la trompa fuera del
agua, como el periscopio de un submarino.
¿PORQUE LLEVABA ELEFANTES ANÍBAL?:
Los elefantes se usaban en la guerra como fuerza de choque, no sólo para
atemorizar al enemigo sino también para ahuyentarlo; además podían llevar
torretas, en los lomos para disparar flechas o lanzas desde allí, aunque no hay
pruebas de que los de Aníbal las tuvieran. Durante la marcha los elefantes eran
muy útiles, pues podían transportar 10 veces más carga que un caballo, si bien la
cantidad de forraje que consumían era una desventaja: un elefante ingiere unos
140 Kg. de alimento al día.
Los
elefantes de Aníbal no eran muy grandes: probablemente medían 2.4 m hasta la
cruz. Aníbal los capturó al pie de los montes Atlas, en el norte de África,
donde quedaron extintos desde entonces. Aníbal tenía también algunos elefantes
procedentes del subcontinente indio, que Cartago arrebató a Egipto.
Los
elefantes eran muy apreciados por los cartagineses, como lo demuestran algunas
de sus monedas de plata, que tienen efigies suyas grabadas en el reverso. En el
anverso dichas monedas mostraban imágenes de dioses y personajes importantes,
entre ellos el propio Aníbal.
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