Un día en casa se me ocurrió ver si los niños eran capaces de fijarse en los detalles poco a poco, así que escogí un bucanero y comencé a quitarle cosas.
En clase, comenzamos a hablar de los piratas y de las cosas que los diferenciaban de los marineros normales. Así fuimos completando poco a poco el de la pizarra
Al final llegó el turno de que en el rincón del "barco pirata", los niños y niñas trabajen su propio pirata. El resultado merece la pena
¡Hay piratas realmente terribles!
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