Septiembre, en los cursos de 3 años, siempre es un periodo complicado porque puedes llegar a encontrarte todo tipo de niños: los que quieren ir al cole porque sus hermanos van al cole, los que no quieren ir de ninguna de las maneras, los que lo aceptan pero la mañana es muy larga, los que se niegan a dejar de llorar...
Y a cada uno se le debe ofrecer la atención y dedicación que necesite. Debido a las circunstancias especiales del curso, he comenzado una nueva tradición, que pienso continuar esté en el curso que esté, y es empezar la mañana en el patio.
A principio de curso, estábamos una hora allí, eso permitía entretenerse con los juguetes, correr, relajarse, hablar entre ellos y jugar con la seño al corro, al balón, a las carreras y a lo que fuera surgiendo. Esto logró que cuando entrábamos en clase, estuvieran más relajados, algo cansados por lo que aceptaban mejor sentarse en la silla y dispuestos a escuchar las canciones y cuentos que les pusiera o contase. Esto también permitía acortar el día y que el final no se hiciera tan pesado.
A partir de octubre y noviembre, poco a poco, se acortó este tiempo y ahora, estamos media hora jugando y haciendo psicomotricidad, lo que favorece afianzar la motricidad de los alumnos, el respeto por la normas en los juegos y rebajar la ansiedad derivada de estar menos tiempo en la calle y con los amigos.
En octubre también comenzamos los trabajos que nos permitirían ir descubriendo materiales y posibilidades. Uno de ellos nos sirvió como actividad de motivación para nuestro primer proyecto del año: EL ESPACIO.
Para visitar el espacio es necesario conseguir un par de cosas: Un vehículo y un buen traje... et voilà!
Y aquí comienza la aventura en el espacio...
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